¿Se puede querer a alguien sin conocer nada de su vida? ¿Evitando cualquier pregunta? Sin decirle que lo quieres, sin abrirte a él, ¿se puede querer así a alguien? No sé si mucha gente podría, pero desde luego haría falta una muy buena razón para hacerlo. Y esa razón es el pasado de Hanna Schmitz (la oscarizada Kate Winslet) que prefiere el silencio y la distancia antes que decir la verdad.
Si ya de por sí sería difícil tratar con una persona así, imagínate con dos iguales. El joven Michael Berg (David Kross) se encuentra fortuitamente con Hanna y desde entonces comienzan esa extraña relación que más que de amor parece de necesidad, con miradas, silencios, distancias… Michael la necesita porque la quiere y ella lo necesita porque le trae lo que le falta, los libros, las historias. Estoy simplificando demasiado, pero lo que sí que hace esta película es plantarnos en medio de un conflicto moral, ¿de parte de quién estamos? ¿Las cosas que hacen mal son realmente malas?
A medida que avanza la historia los personajes van mezclándose y cada uno chupa algo, como dos vampiros que necesitan de la vida del otro: el joven lector se vuelve tan reservado y distante como Hanna. Pero lo más bonito de la película es ver cómo Hanna, sin quererlo, también será un poco Michael. Además del romance de los protagonistas, debajo hay muchos temas que se tratan con una realización llena de miradas, lágrimas y, sobre todo, silencios. Es una película de pausas, largas esperas y respuestas vacías, de colores tristes. Hay una diferencia muy clara entre la vida de Michael con Hanna y lo colorida que es su vida con sus compañeros, en la universidad… en los entornos en los que debería estar un niño de su edad. Él es un bicho raro por eso, porque sólo se siente a gusto en los lugares tristes, llenos de secretos, los lugares que son como Hanna.
Esta es una de esas escasas películas con las que sientes hasta cuando al protagonista le duele el dedo del pie con que sólo haya hecho una mueca. Es una película de actores y, sin duda, se lucen los dos.
Es un poco larga pero no se hace aburrida porque está dividida en dos partes muy diferenciadas, como Titanic, primero el romance y luego el hundimiento, pues esto es igual. He hablado de la primera parte, pero la segunda la dejo para que la veáis, porque aunque es la que más fuerza tiene, no hay palabras para definirla.