Una joven de 17 años se muda con su padre a un pueblecito de Estados Unidos donde intentarán empezar una nueva vida después de que su madre, ingresada en un manicomio, intentara matarla apuñalándola con unas tijeras para impedir que llegue a cumplir 18 años o el mal se apoderará de ella.
Se trata de una película dirigida a un publico adolescente muy poco exigente dirigida por Mickey Liddell, un productor que parece pensar que esto de hacer películas está al alcance de todo el mundo y que por el hecho de haber puesto el dinero para llevar a cabo cuatro películas, necesariamente olvidables, se atreve con un título de terror adolescente dejando patente que nunca debió salirse del tiesto ni entrar a hacer trabajos para los que no está ni preparado ni, la prueba la tenemos aquí, capacitado para llevar a cabo.
Decimos esto porque a parte de que se trate de un filme vacio de contenido, con personajes contradictorios y poco creíbles, con dos sustos tremendamente predecibles, en la que a veces se nos olvida que estamos asistiendo a una película de miedo y nos creemos que se trata de una película de jóvenes americanos que hacen fiestas; a pesar de esto, el final hace que nos preguntemos si la preparación de los guionistas es parecida a la del director y en vez de imaginar un final absurdo, sin lógica y en el que se aprecia que ni siquiera ellos saben cómo termina la historia, no deberían estar buscando alguna escuela de cine y reconsiderando seriamente su futuro profesional.
Lo mejor: si hay gente que produce estos bodrios es que a pesar de que haya crisis todavía hay dinero para hacer cine.
Lo peor: que siga habiendo gente que dirija cine a sabiendas de que no tiene ni idea.
Una joven de 17 años se muda con su padre a un pueblecito de Estados Unidos donde intentarán empezar una nueva vida después de que su madre, ingresada en un manicomio, intentara matarla apuñalándola con unas tijeras para impedir que llegue a cumplir 18 años o el mal se apoderará de ella.
