Nuestros ojos en esta película es Jason, un estudiante de cine que mientras dirige una película de momias con sus compañeros de clase se enteran de que ha comenzado una catástrofe. Hay ataques de zombies por todo el país. Aquí comienza su aventura y su desesperación por sobrevivir a ordas de muertos vivientes deseosos de carne viva mientras Jason se dedica a grabar toda su experiencia con su cámara de vídeo.
George Romero repite con el género que le dio a conocer e intenta reinventarse a sí mismo ofreciéndonos este falso documental con un estilo que ya vimos con "El Proyecto de la Bruja de Blair" o más recientemente en "Cloverfield" o "Rec".
Al utilizar este estilo narrativo hace que en ocasiones la realización y el trabajo se complique obligándo a tener planos secuencia muy largos aunque en este caso tiene un buen resultado. Para que esto no resulte monótono, el director se toma ciertas licencias realizando un montaje en multicámara no siempre justificado pero que, como no nos saca de la película, lo podemos pasar por alto y justificarlo como necesario en ocasiones.
Frente a esta novedad en el estilo de grabación nos encontramos con una historia más que trillada en la que parece que como ya es tradición no contar las razones o el motivo por el que existen estos zombies, Romero decide no molestarse en dar una explicación, la única diferencia es que ya no hace falta ser mordido para convertirse en uno de ellos, basta con morir de la manera que sea. Lo que nos lleva a una película más de zombies bien hecha y entretenida pero que, al utilizar el formato de falso documental, se auto permite no conceder ninguna novedad más.
Lo mejor: está bien hecha y nos ofrece alguna que otra muerte original.
Lo peor: a pesar de no pretenderlo, es una película de zombies más.