Cine
  The Fountain
 
Por Magalí Vander Vorst


Hay un lugar en la mente de cada uno donde las cosas son como las habíamos planeado. No es que sea una ensoñación y tampoco es real; es un pequeño rinconcito de nuestra mente donde cada vez que nos adentramos sentimos el bienestar; todo está donde queremos y nos acompañan las personas que nunca debimos perder.

 

Este lugar, en la película de Aronofsky se llama La fuente de la vida, que hace referencia al libro de Izzy (Rachel Weisz), titulado igual que la película. El libro guarda la vida que Rachel estará viviendo en algún lugar, o tiempo. Su marido, Tomas (Hugh Jackman), se esfuerza por buscar una cura al cáncer de Izzy, que se extiende día a día. Pero Izzy, además de luchar contra la enfermedad,  tiene que batallar contra su marido, para que entienda que tal vez curarse no sea lo que ella necesita, sino vivir lo que le queda.

 

Esta es una historia llena de una fantasía abierta a interpretaciones. La mía es que habla de dos personas que desean estar juntas pero no pueden hacerlo en el mismo sitio. Y ahí desembocan los mundos maravillosos donde nos sumerge la película (el espacio, la época de la inquisición…). La fantasía es el lugar donde Izzy quiere reunirse con Tom. Aunque ella esté enferma, es capaz de ser feliz imaginándose con su marido en esos mundos, mientras que Tom necesita tenerla aquí y ahora. El drama está en que no se encuentran.

Izzy es la tranquilidad, Tom es la tensión y la búsqueda. Como un paralelismo a La Odisea, Izzy espera a que su marido termine de buscar, se dé cuenta de lo más importante y llegue a casa.

 

A penas hay exteriores, la película transcurre en las cuatro paredes del hospital, la casa… pero no se echan en falta por el peso interpretativo de los actores; el problema que afrontan acapara toda la atención. De hecho Hugh Jackman fue nominado a mejor actor en el Festival de Ciencia Ficción de EEUU.

 

El ritmo de la película es lento. No es del todo contemplativa, pero es más un retrato de emociones que de acción. Aronofsky se mueve a sus anchas entre la realidad y los mundos fantásticos… Por eso hay que hacerse a la idea de que no va a ser una película convencional. Pero una vez que te acostumbras al ritmo lento y a la combinación de historias fantásticas, te das cuenta de que todo son fragmentos de la misma vida. Algo así como la película ‘Las horas’ que habla de tres mujeres en distintas épocas unidas por el mismo problema. En este caso los tres mundos paralelos hablan de cómo los personajes afrontan la muerte. Rachel Weisz, ofrece en todos ellos la misma imagen; con su pelo corto y la cara pálida, es el retrato de la vida.

Mientras que Tom es el personaje que más sufre, con constantes primeros planos para ver sus ojos preocupados, tenso, inquieto, buscando algo, una salida a todos esos pasillos oscuros que consigan sacar a Izzy de ahí. La música es la guinda para sumergirnos en su sufrimiento, con las notas de Clint Mansell.

 

Todo lo abstracto de la película tiene su perfecto sentido porque no narra otra vez el manido tema de afrontar un cáncer, sino que lo muestra. Y por encima de todo, habla de  perder a alguien… y recuperarlo.



 
   
 
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