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Por Víctor Caballero
"The Midnight Meat Train", o "El tren nocturno de la carne" como se llama en español, es un ejemplo de cómo un título con ganas de convertirse en cine comercial y méritos para conseguirlo acaba, no ya tristemente apartado a cine de videoclub, sino que ni siquiera la mayoría de la gente se haya enterado de que esta película existe. El primer film del realizador Ryuhei Kitamura en Estados Unidos no pudo comenzar peor como decimos y cabe responsabilizar de este fracaso a la productora, que para decirlo de esta forma, se pasó por el arco del triunfo la promoción de esta cinta que sin ser un peliculón, cumple con las expectativas y no defrauda al espectador que se interesa en verla.
La sinopsis es muy simple, un fotógrafo se interesa de forma casual en un misterioso personaje del metro de Nueva York, descubriendo que se trata de un sangriento asesino e involucrándose muy a su pesar en un misterio que atañe al nacimiento de la civilización.
Con esta información podemos intuir más o menos en qué consiste la historia ya que no hay mucha originalidad en el argumento y sería otra película olvidable para palomiteros adolescentes donde disfrutar con las salpicaduras de sangre. Pero hay que destacar, y aquí es donde se sale de lo convencional, el aspecto visual, muy logrado con unos planos sorprendentes donde se pueden apreciar los detalles de algunos golpes memorables y algunos movimientos de cámara imposibles llevados a cabo con éxito y que dotan a la película de esa chispa de originalidad que le falta a la historia.
En el reparto tenemos como papel protagonista a Bradley Cooper que se encarga de dar vida al fotógrafo, demostrando que sabe poner una buena cara de susto. Su némesis lo encarna el actor Vinnie Jones que repite lo que ya hiciera en la muy criticada "60 segundos" donde nos demostró que es capaz de dar miedo y dotar a su personaje con un halo de misterio hipnótico sin decir ni una sola palabra durante toda la película.
Lo mejor: el aspecto visual tanto en el montaje como en el detalle de algunos de los golpes más sangrientos.
Lo peor: que el final no convence, sabe a poco y da la impresión de que no sabían cómo enfrentarlo.
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