Cine
  El Club de la Lucha
 
Por Magalí Vander Vorst

¿Nunca has querido cantarle las cuarenta a tu jefe? ¿O tirar esa escultura horrible de tu barrio? ¡Ahora puedes! Hazte amigo de Tyler (Brad Pitt), a su lado puedes ser lo que siempre has deseado y no te atreviste.
 
No, esto no es un anuncio de La Tienda en Casa, es la película de David Fincher. Ha querido mostrarnos la agonía de alguien que no puede dormir ni estar despierto, una ameba ni triste ni feliz. Cuando te dejas llevar por la rutina al final ésta consume tu vida mientras que tú, poco a poco, desapareces.
 
Edward Norton hace un trabajo espectacular dando vida a Jack, el hombre insomne, inexpresivo, el fantasma que recorre los aeropuertos, los hoteles, su oficina… una rutina perfecta para un parado; pero es la peor cárcel para un hombre que por más que lo intenta no sabe cómo disfrutar la vida.  
 
Jack no se resigna a ese final, intenta sentirse útil acercándose a gente más desgraciada que él. Aunque, malas noticias Jack, siempre surge algo recordándote que no tendrías estar ahí, y que deberías hacerte cargo de tu vida. Esta presentación del personaje se lleva a cabo con sarcasmo, con un montaje rápido y ágil de secuencias, un paradójico choque entre drama y comedia, la vida de Jack es tan patética que da risa.
 
Pronto dejará de hacernos reír. Desde que conoce a Tyler su vida se convierte en un afán constante de superación, y es que si el tema es caer más bajo, siempre te puedes superar. Tyler es “la ración individual más interesante que he conocido”, esa conciencia que te reta a hacer lo que más miedo te da, ese amigo capaz de todo lo que siempre has admirado.
 
 
Atrevido, elocuente, atractivo,… Tyler tiene todo lo que Jack desea. Consigue liberarle de sus ataduras. Ya no importa su casa, ni su trabajo, lo que realmente importa es sentirte vivo después de cada pelea en el “Club de la lucha”. Con Tyler aprende que cuando tocas fondo, con la cara goteando sangre, estampada en el frío asfalto de la trasera de un bar, cualquier cosa sabe mejor, incluso la muerte. Y es ahí cuando empieza su nueva vida. Llena de cicatrices por fuera, con menos dientes pero sonriendo por dentro y, lo que es más importante,  “durmiendo como un bebé”.
 
Esta joya del cine tiene su gran atractivo en los contrastes que muestra: la sombra de los bares donde es feliz y el trabajo lleno de luz donde paradójicamente se ve atrapado; el montaje rápido cuando Jack sufre por no dormir y la realización más pausada cuando recupera la tranquilidad… todo está perfectamente orientado a hacernos sentir igual que Jack en cada momento. En cuanto al guión, bien es verdad que una vez que  Jack y Tyler crean el Club de la lucha, no tienen un objetivo al que llegar, así que el interés de la película puede menguar, pero el guionista (Jim Ulhs) consigue mantenerlo supliendo la trama con los personajes. Resulta tan fascinante la visión que tienen de la vida los dos protagonistas; sus conversaciones, sus enfrentamientos, lo que aprenden el uno del otro... que necesitamos saber cómo siguen, qué pasa después, y después. Aunque no sepa muy bien a dónde quieren llegar, sólo por escucharles hablar, mirarse,… cada pequeño movimiento de estos dos grandes actores, dice tanto que yo también estoy dispuesta a seguirlos.
 
Y así, una vez que encuentras tu sitio en la vida, cuando sabes exactamente lo que tienes que hacer, con Tyler a tu lado para guiarte y un grupo de gente que os sigue, sólo hay una cosa que puede echarlo todo a perder: que Tyler desaparezca. Pero cuidado, si lo buscas debes recordar una norma: no hables a nadie de él…

 
 
 
 
   
 
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